sábado, 4 de enero de 2014

Nuevas vías de comunicación en tiempos de guerra

Bosnia-Herzegovina declara su independencia de Yugoslavia el 15 de abril de 1992, fecha en la que empieza la masacre más larga de todos los tiempos. Su capital, Sarajevo, fue sede de incesantes bombardeos y tiroteos que dejaron 11.541 víctimas mortales[1]. El papel de los periodistas extranjeros fue muy importante durante todo el conflicto en el que para 1993 ya había cobrado la vida de alrededor de 38[2]. Más que difusores de información hacia el mundo fueron canales de comunicación entre los que se quedaron, los desplazados y los refugiados.

La ciudad estaba sitiada por el Ejército Popular Yugoslavo y las Naciones Unidas había tomado el control del aeropuerto para permitir la llegada de  ayuda humanitaria. Luego de las primeras dos semanas ningún ciudadano podía entrar ni mucho menos salir. “Los periodistas extranjeros parecían ser los únicos con permiso para entrar y salir de Sarajevo en vuelo de las Naciones Unidas, y se habían convertido en nuestro único medio de comunicación con el mundo exterior”[3].  Los hoteles se transformaron en oficinas de correos y los periodistas, en mensajeros.

En medio de la guerra, los recursos de comunicación quedaron totalmente limitados. La luz se había cortado lo que impedía el uso de la televisión, radios eléctricas o la impresión de periódicos. Las líneas telefónicas se cayeron[4] y sólo servían las que se encontraban en los edificios de prensa.[5] Las radios a baterías eran las únicas que funcionaban mientras dudaran las pilas.

Cientos de personas que habían escapado antes del cierre de las carreteras quedaron incomunicadas y la esperanza de que regresen con vida era casi nula. Para ellos, este nuevo sistema de comunicación era más que suficiente. Los corresponsales que recorrían los territorios en conflicto buscando noticias que contar también iban entregando cartas y recibiendo más[6]. Con el tiempo, los paquetes eran mucho más grandes. Las personas que habían logrado salir y refugiarse en otros países ya no se conformaban con cartas, enviaban dinero, comida y hasta ropa esperando que lleguen a sus destinos.

Hanna y Nadia, dos chicas de menos de 16 que tuvieron que escapar a Croacia, utilizaron esta vía de comunicación varias veces para comunicarse con su familia en Bosnia. Ellas, como muchos refugiados, eran discriminados en otros países y estar en contacto con sus familias las hacía sentí un poco más tranquilas. Su hermana Atka había viajado a Nueva Zelanda junto a su novio periodista y usaron las influencias para enviar dinero y comida cuando nuevos corresponsales fueron enviados a cubrir la guerra[7].

Los periodistas tenían un privilegio de doble filo. Podían recorrer toda Yugoslavia sin necesidad de permisos, pero no por eso se escapaban de la muerte. “Es la guerra donde más periodistas murieron“[8], comenta José Luis Márquez de Televisión Española.

En Sarajevo, la nueva sede de correos era el hotel Holiday Inn. “Era el único edificio dentro de una amplia zona abierta que daba a una de las carreteras principales, a la que los francotiradores disparaban constantemente. Los periodistas extranjeros la habían apodado el <callejón de los francotiradores>”[9]. Todos los corresponsales se hospedaban en ese lugar y el vestíbulo siempre pasaba lleno de ellos. Las personas pasaban por ahí a la espera de recibir mejores noticias.

Esta fue una excelente labor que realizaron los periodistas a pesar de que no era parte de su trabajo. La búsqueda de historias de interés humano los ligaba emocionalmente con las personas que entrevistaban y la ayuda que les brindaban era solo un pago a cambio contar sus experiencias al mundo. “Para ejercer el periodismo, ante todo hay que ser un buen hombre o una buena mujer: Un buen ser humano. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas” dice Ryszard Kapuscinski en su libro Los cínicos no sirven para este oficio.

Pasaban los meses y la guerra no terminaba. Los serbios, al darse cuenta del ingreso de comida y ropa de forma clandestina cerraban constantemente el aeropuerto y toda la ayuda era destinada para el mercado negro que revendía los productos al triple del precio normal[10]. Los bosnios no aguantaron más y crearon un túnel debajo del aeropuerto que salía a la ciudad y por ahí pasaban los corresponsales con la comida y las cartas para entregarlas.

Los periodistas siguieron contando los hechos suscitados en Sarajevo y además ayudaron a miles de familias que tuvieron que separarse para vivir. Muchos murieron en el camino y por eso se les conmemora con una placa, justo al lado del de la Llama Eterna[11], uno de los principales monumentos a los combatientes en la lucha de la independencia.


Fuentes


[1] ABC. 11.541 sillas vacías en Sarajevo para rememorar a víctimas de la guerra.
[2] Diario Hoy. 06/Agosto/1993 MAS PERIODISTAS MUERTOS EN EX YUGOSLAVIA QUE EN GUERRA DE VIETNAM
[3] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 5
[4] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 1
[5] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 9
[6] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 6
[7] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 17
[8] Blog. Bosnia, una “chapuza” 20 años después.
[9] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 11
[10] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 5.
[11] Blog. La vida en Zagreb

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