La ciudad estaba sitiada por
el Ejército Popular Yugoslavo y las Naciones Unidas había tomado el control del
aeropuerto para permitir la llegada de
ayuda humanitaria. Luego de las primeras dos semanas ningún ciudadano
podía entrar ni mucho menos salir. “Los
periodistas extranjeros parecían ser los únicos con permiso para entrar y salir
de Sarajevo en vuelo de las Naciones Unidas, y se habían convertido en nuestro
único medio de comunicación con el mundo exterior”[3]. Los hoteles se transformaron en oficinas de
correos y los periodistas, en mensajeros.
En medio de la guerra, los
recursos de comunicación quedaron totalmente limitados. La luz se había cortado
lo que impedía el uso de la televisión, radios eléctricas o la impresión de
periódicos. Las líneas telefónicas se cayeron[4] y sólo servían las que se
encontraban en los edificios de prensa.[5] Las radios a baterías eran
las únicas que funcionaban mientras dudaran las pilas.
Cientos de personas que
habían escapado antes del cierre de las carreteras quedaron incomunicadas y la
esperanza de que regresen con vida era casi nula. Para ellos, este nuevo
sistema de comunicación era más que suficiente. Los corresponsales que
recorrían los territorios en conflicto buscando noticias que contar también
iban entregando cartas y recibiendo más[6]. Con el tiempo, los
paquetes eran mucho más grandes. Las personas que habían logrado salir y
refugiarse en otros países ya no se conformaban con cartas, enviaban dinero,
comida y hasta ropa esperando que lleguen a sus destinos.
Hanna y Nadia, dos chicas de
menos de 16 que tuvieron que escapar a Croacia, utilizaron esta vía de
comunicación varias veces para comunicarse con su familia en Bosnia. Ellas,
como muchos refugiados, eran discriminados en otros países y estar en contacto
con sus familias las hacía sentí un poco más tranquilas. Su hermana Atka había
viajado a Nueva Zelanda junto a su novio periodista y usaron las influencias
para enviar dinero y comida cuando nuevos corresponsales fueron enviados a
cubrir la guerra[7].
Los periodistas tenían un
privilegio de doble filo. Podían recorrer toda Yugoslavia sin necesidad de
permisos, pero no por eso se escapaban de la muerte. “Es la guerra donde más periodistas murieron“[8],
comenta José Luis Márquez de Televisión Española.
En Sarajevo, la nueva sede
de correos era el hotel Holiday Inn. “Era
el único edificio dentro de una amplia zona abierta que daba a una de las
carreteras principales, a la que los francotiradores disparaban constantemente.
Los periodistas extranjeros la habían apodado el <callejón de los francotiradores>”[9].
Todos los corresponsales se hospedaban en ese lugar y el vestíbulo siempre
pasaba lleno de ellos. Las personas pasaban por ahí a la espera de recibir
mejores noticias.
Esta fue una excelente labor
que realizaron los periodistas a pesar de que no era parte de su trabajo. La
búsqueda de historias de interés humano los ligaba emocionalmente con las
personas que entrevistaban y la ayuda que les brindaban era solo un pago a
cambio contar sus experiencias al mundo. “Para
ejercer el periodismo, ante todo hay que ser un buen hombre o una buena mujer:
Un buen ser humano. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”
dice Ryszard Kapuscinski en su libro Los
cínicos no sirven para este oficio.
Pasaban los meses y la
guerra no terminaba. Los serbios, al darse cuenta del ingreso de comida y ropa
de forma clandestina cerraban constantemente el aeropuerto y toda la ayuda era
destinada para el mercado negro que revendía los productos al triple del precio
normal[10]. Los bosnios no
aguantaron más y crearon un túnel debajo del aeropuerto que salía a la ciudad y
por ahí pasaban los corresponsales con la comida y las cartas para entregarlas.
Los periodistas siguieron
contando los hechos suscitados en Sarajevo y además ayudaron a miles de
familias que tuvieron que separarse para vivir. Muchos murieron en el camino y
por eso se les conmemora con una placa, justo al lado del de la Llama Eterna[11], uno de los principales
monumentos a los combatientes en la lucha de la independencia.
Fuentes
[1] ABC. 11.541 sillas vacías en
Sarajevo para rememorar a víctimas de la guerra.
[2] Diario Hoy. 06/Agosto/1993
MAS PERIODISTAS MUERTOS EN EX YUGOSLAVIA QUE EN GUERRA DE VIETNAM
[3] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 5
[4] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 1
[5] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 9
[6] Libro Adiós Sarajevo. Cap. 6
[7] Libro Adiós Sarajevo. Cap.
17
[8] Blog. Bosnia, una “chapuza”
20 años después.
[9] Libro Adiós Sarajevo. Cap.
11
[10] Libro Adiós Sarajevo. Cap.
5.
[11] Blog. La vida en Zagreb